Los pasos
Quisiera haber nacido en Brasil
me dicen las pibas.
Yo había estado pensando en eso.
En el fragor de la fiesta
se veía la libertad y la comodidad en la proximidad de cuerpos,
la soltura de las caderas,
que meneaban hasta el piso.
Tengo sed
necesito saciarla pero no puedo hacer nada.
lo que tomo es como si se lo tomara otro.
El cansancio está ahí como agazapado, como acechando,
es una plaga
que está controlada pero que de un momento a otro aparece
y me invade.

En "Los pasos perdidos", novela de Carpentier, un personaje se encuentra con el desorden de una habitación, lo que le evoca la partida de la persona que acaba de irse y por lo tanto su ausencia. Los finales de fiestas o de reuniones de cumpleaños siempre me resultaron un poco deprimentes. Precisamente es el desorden, bah, o el orden de los restos que quedaron del festejo, servilletas usadas y arrugadas, comida a medio comer, vasos sucios, manchas en el piso, etc. el que me hace ver que esas acciones que hicieron esas personas que estuvieron ahí hasta un rato antes, no se van a volver a repetir. Es por eso que a veces los fines de fiesta me hacen sentir nostálgico y hasta desanimado en algunos casos. Ahora me doy cuenta que esta situación nostalgiosa corresponde más bien al final del final, a lo que viene después del final, cuando ya se fue todo el mundo, cuando el lugar quedó vacío de gente. Hay un momento antes de eso, el momento previo al final del final, cuando realmente nos damos cuenta que esto terminó y soltamos toda expectativa acerca de lo que, podríamos decir, resta por ocurrir. Esos puntos de inflexión son interesantes, porque permiten que ocurra lo inesperado. Permiten el reencuentro pero también permiten el éxtasis, a veces nos revelan cosas valiosas de personas que no soportamos o nos llevan a declararles admiración a otras. Sin ir más lejos, la otra vez, en la fiesta de Hiedrah, después de andar de capa caída se me abrió un resquicio para encontrarme con el amor.
Por Juan De Rosa
Sobre fiesta Hiedrah