Quisiera no haber bailado

nunca
Son pocas las veces que me conmueve un trabajo; hay una combinación de cosas y magia que se requiere. En este caso de un trabajo en proceso de residencia, que se ha transformado en un tiempo determinado, lo más visible para mí es la habilidad del artista. Hablo de habilidad, y bien pudiera decir “craft”: esa actividad que permite la manifestación de lo hábil en hacer un trabajo manual, con atención y destreza. Sí, hablaré del craft. Hablaré de un artista que es sujeto y simultáneamente objeto de su creación, mientras se da a la tarea de reconstruir una obra del 2012 que nunca se estrenó, y la cual contaba de 5 performers.

En un espacio donde la pieza cambia paulatinamente entre obscuridad y alumbramiento tenemos a un performer haciendo de sí, o de múltiples versiones de sí y también haciendo de otros: Facundo Monasterio. Entre los varios relatos que cuenta y espacios que re-visita quiero resaltar algunos aspectos. Les recuerdo que este texto no será un recuento de lo allí presenciado. Solo puedo recomendarle con mucho entusiasmo que vaya a ver esta obra si se vuelve a presentar.

Facundo se mueve y habla. Mantiene un tono amigable y sincero, como de alguien que se siente cómodo confesando y a la vez comentando sobre eso que te acaba de contar. Facundo se expone con seguridad sin perder la ruta de su intención y discute de manera retórica esos asuntos, vivencias y a veces traumas que muchos bailarines pueden padecer alguna vez en sus carreras. Simultáneamente su relato opera en el mundo de las referencias para revelar con humor el proceso de toma de decisión de esta obra que estamos viendo y de aquella que no llegó a estrenar. También de asuntos limítrofes que desconocemos y sin embargo, Facundo nos lo pone enfrente, para que no olvidemos que los performers también tienen que lidear en ocasiones con pequeñas vicisitudes. Aparece aquí la ficción, o el fracaso entre el nombramiento, lo que se presenta y lo podría ser.

“Este movimiento es de Bariloche”
“Este movimiento es de un país Nórdico”

[IMAGINACIÓN]

Encontrarte...

con que no se puede/debe hablar cuando te mueves; como si los lenguajes de movimiento y ese verbal fueran auto-excluyentes.

con la Sherriff del jam (jameo); esa figura panóptica que vigila los cuerpos, que supuestamente pueden expresarse y explorarse como deseen... pues no, en ese jam hay una sheriff. Esta figura también tiene una habilidad de manifestarse en diferentes ambientes más allá de los jams. Por ejemplo: en la academia, los festivales, clases de ballet, y hasta en las sesiones de feedback (un asunto que Facundo elabora en otras instancias).

con que tienes que ser auténtico e innovador; como si estuviera en ti el peso de moverte e improvisar sin repetir lo antes ejecutado. Entre angustia, comedia y en un tono muy sincero Facundo nos confiesa: “No se me ocurría un movimiento nuevo”.

con que hay una gran responsabilidad cuando bailas o coreografeas porque todo puede llegar a la “cristalización”.

con ese proceso de editaje o de editarse; aquello que no sucedió, o fue eliminado.

La reconstrucción de nonsense, parece haber sido un ejercicio auto-reflexivo sobre la autonomía de ese quien baila y a su vez está consciente de su pasión profunda por la forma. Pues se permite ridiculizar, negar y desear de manera tal, que se aventura sin temor a la representación y al comentario de manera simple. Cuerpo, Luz, Espacio, Sonido, Voz. Al pseudo-banalizar su proceso, Facundo lo convierte en una instancia relacional para que participemos de su hakeo. En algún momento nos dice que quiere perder la conciencia del feedback, que prefiere no entender lo que dice, y que quisiera no haber bailado nunca. Este deseo por la negación, que solo se entendería si se ve la obra, es una afirmación sobre buscar nuevas posibilidades para continuar haciendo, y es una posición de alguien que se encuentra en una conversación íntima con su “craft”.
Por Nibia Pastrana
Sobre apertura de Residencia Facundo Monasterio