Vulva Criolla
Así como “no hay imagen sin imaginación” (Didi-Huberman), así tampoco no hay imágenes sin historia. Y en este sentido, el menor gesto siempre trae consigo asociaciones no tan deliberadas.

En una especie de ritual punk escénico se desarrolla un Coubert criollo. De lo literal a la metáfora y viceversa. Presenta un espacio de enunciación en el que pueden advertirse usos y costumbres escénicas, scketchs y números diversos. Entre el beatboxing vocal y los betas de zapateos, piedras y sonidos. Entre la arena de maíz y el mix calculado. Entre el zapateo que hace una mujer, sonidos electrónicos de un dúo masculino a coro, espátulas, tradiciones y rituales. Subraya un espacio que evoca el origen del mundo como un collage de todo lo ritual posible.

Absurdo encarnado tragicómico.
Entre un solo y un trío, entre un solo y un duelo al fin, vulva y vagina.

Después de la vulva vendrán más y más vaginas en una infinita multiplicación.
Por Micaela Moreno Magliano y

Caterina Mora
Sobre apertura residencia Agustina Sario