Suspendidos
Un estado de suspensión donde el recorrido de las ideas permite que la presencia se vuelva redonda. Ahí, el tiempo se alivia en una continuidad imparable, el espacio devela su inmensidad y el silencio responde a todos los riesgos de su implosión.

Un estado de suspensión donde el “sí” es una práctica de insistencia. Supervivencia. Ahí, hay pliegues minúsculos que invitan a repensar la forma del tiempo en las acciones: en cómo una milésima de segundo puede modificar un pensamiento. Es parte del mundo “HD”, cada vez más virtual, más adentro. Ahí, hay una sensación. Una posibilidad de tocar y mover el microchip que centrífuga la materia. Una intensidad legible que potencia las distancias afectivas porque no da lo mismo estar acá o allá. Una velocidad donde las palabras se exhiben y los nombres se vuelven holográficos para así, activar mecanismos de telepatía a través del movimiento.
Por Josefina Imfeld
Sobre provocaciones Aquello que estamos viendo y todos están viendo