Por Nea Rattagan
Dame un minuto, y segundos de tu tiempo. Que yo haré mío tu movimiento y lo pasaré de prestado. Todo depende, de cuan fina sea mi observación, y cuan profunda mi ejecución, no hay nada que pueda pararme ante tu detalle.

Ven... déjame que te cuide mientras bailas. Cierra los ojos, comunícate contigo, que yo vigilo tu contorno, y a la vez me observo como miro.

Ven... dejáme que te baile, que te improvise un poco al lado, que te mueva un poco el cuerpo, como si estuviera improvisado.

Me encanta que preguntemos, pero por un ratito... dejemos de preguntar, que entre tanto movimiento me la baja un poco pensar.

Te propongo que juguemos. Que bailemos sin preguntar, mientras me cuidas, y yo te cuido, observemos que pasa con el mirar.

Si me observo, cuando te observo, y a la vez sostengo la mirada, hay un pequeño infinito que nos saca de la paja.

Cuando te copio, y tu me dejas, un video con tu movimiento, espera que alguna vez te vuelva, en otro tiempo y con otro cuerpo.
Sobre provocaciones Aquello que estamos haciendo y que todos están viendo
La porosidad del tiempo