¿Y si nos preguntásemos qué vida quiero vivir con lxs otrxs?
Leí la novela La historia del ojo, de Georges Bataille, mientras vivía un romance apasionado. Compartíamos la lectura del libro, era una manera de mantenernos juntxs y de arriesgar nuestros cuerpos. De las cosas que más nos motivaban a recorrer la ciudad, era justamente buscar un lugar en el que poder leer y tocarnos.

Es curioso el modo como las palabras nos sensibilizan y nos toman sin someternos.

Leer en voz alta, solx o en colectivo (¿solx no es acaso un colectivo?) es una práctica que nos hace presentes preguntas en torno a la intimidad. Qué es la intimidad, intimidad en relación a qué, cómo, cuándo.

Somos permeables a leer porque aprendimos eso en algún momento, cómo entrar en la lectura desde otros lugares que no impongan esa supuesta pasividad en la actividad de la lectura.

¿Qué me suda la lectura?
¿Cómo me preparo para leer?
¿Qué me hace tomar un libro en las manos?

Elegir las cosas que quiero llevar en mi mochila. Elegir un calentamiento, una singularidad en el modo de sudar. Una tonalidad de la voz en cómo leo lo que leo, una musculación entre párrafos, una enunciación colectiva de la experiencia de la literatura en la esfera de lo común, en el dentro-fuera de ese borde que llamamos intimidad.
Por Florencia Carrizo
Sobre laboratorio Sudar y Leer