Celebración
“Maniobrar para insistir en el simulacro. Reconocer la deriva como posibilidad.
El azar es un factor inevitable.”1

La obra es una reconstrucción. Re. Prefijo que significa repetición. En este caso, volver a traer las capas de un trabajo en proceso del pasado que no había llegado a concluirse y volcarlas en una nueva aventura que abre su gramática ósea al público. El texto dicho cumple una función fundamental pero lo rico es su fusión con la identidad. La identidad: un árbol de manzanos.

No sé qué es la identidad pero pude verla en movimiento, pude ingresar en la intimidad de su hacer fuera de cualquier tipo de prejuicio mentaloide. La intimidad: un sofá con capitoné en un garaje con paredes rojas.

No sé qué es la intimidad pero pude ingresar en un tiempo íntimo con calma y distensión. El presente es exquisito cuando las texturas son múltiples y los riesgos son compartidos. Los riesgos: un volcán en el polo ártico.

No sé qué son los riesgos, solo sé que tienen que ver con las escalas de precisión-imprecisión, cuando los acontecimientos se articulan con fluidez, con una deriva que está en correlación con la certeza y con una certeza que se derrite en su porosidad. Un hombre habla y se mueve, se mueve y habla; manifiesta sus deseos en voz alta, sus ojos están encendidos, su materia es equilibrio entre memoria y luz, entre danza y sombra, entre universos heredados, recuperados y, actuales, singulares. Un solo que se asemeja a una celebración de humores irregulares. Una celebración: una piñata mexicana.

No sé qué es una celebración, sin embargo, pude recibir esa rrrrr en el esternón. Una celebración es una R. Creo que celebrar es un desvío de la alegría, de la fiesta, de la alteridad del alma cuando los pulsos se vuelven convictos en su expresión.

1- Nibia Pastrana Santiago.
Por Josefina Imfeld
Sobre apertura residencia Facundo Monasterio