Devenir Vagina
Pienso en varias cosas la primera es en relación al espacio, en su distribución, en efecto, en relación a la profundidad, por otro lado, a la disposición de las gradas, y a la ocupación de los performers y la performer en el espacio.

Segundo, pienso en el uso de que Agustina hace de ciertos símbolos de la cultura popular Argentina.

Y, en tercer lugar pienso en cómo está allí presente en la escena el ritual. El ritual como forma de procedimiento.

Todas estas cosas que señalo antes, quiero relacionarlas a la cuestión de la experimentación.

La suciedad, las fallas, las fisuras hacen emerger la urgencia de poner en la escena estos elementos. Hacer una apertura de residencia revela la demanda de experimentar.

Experimentar es tener la urgencia de estar, de ser vistas.

Escenas hecha demanda que empujan deseos, maneras de movilizar la escena y entrar en otra formalidad.

En el modo de producción de Agustina Sario hay una técnica y una especificidad muy concreta, lo que hace sensibles a los materiales y les da un carácter de complicidad. Esta complicidad se abre en los símbolos, las texturas, la temporalidad, las sonoridades.

Si la urgencia por demanda exige la creación de una performance que traiga todos esos elementos a la escena, se torna necesario como público saberse sensible frente a esas decisiones que es como una manera de energizar lo que sucede en la escena. Somos parte de lo que estamos viendo. Lo que estamos viendo nos habla, nos ve.

Como cierre del ritual, la creación de un tejido de texturas que armaban una vagina gigante vertical en la profundidad de la escena nos demanda: cómo hacer obras que hablen de la urgencia de emancipación.
Por Florencia Carrizo
Sobre apertura residencia Agustina Sario